28.9.06

Crónicas del Rey Felón ( III )

Vamos a continuar con este despreciable personaje. Lo último que supimos de él era que al fin había conseguido copular con su esposa. Después de eso, se confesaron el uno al otro su animadversión por Godoy y, de paso, por los reyes.

A partir de ese momento se dedicaron a conspirar contra el valido y contra los monarcas. Se rodearon de todos aquellos cortesanos a los que sabían en contra del preferido por una u otra razón, organizando así lo que se conocería como “la camarilla” del príncipe.

Al poco tiempo la pobre María Antonia murió, no se sabe a ciencia cierta si de tuberculosis o envenenada, aunque esto a Fernando no le apenó mucho, o al menos no lo demostró.

Carlos IV ordenó entonces que las doncellas que habían acompañado a la difunta princesa fueran devueltas a Nápoles. Una de ellas deseaba quedarse en España, y por ello acudió a Fernando, rogándole que intercediera por ella. El felón aceptó con una condición; la ayudaría a cambio de que le entregara su cuerpo durante una noche. La muchacha aceptó, pero por la mañana, todo el pago que recibió fue escuchar estas palabras:

“Te basta con poder contar a tus hijos que te dio placer una noche un futuro rey de España”.

Después de una serie de truculentos y vergonzosos acontecimientos por parte de la familia real que no vamos a contar aquí para no aburriros, vemos al “Deseado” en el trono de España. Un rey deseado que se dedicaría a cerrar universidades, a derogar La Constitución, restaurar la Inquisición y otras lindezas por el estilo.

Pero también se dedicaría a otras cosas más placenteras para él. Como por ejemplo, salidas nocturnas disfrazado para poder mezclarse con la plebe.

Le encantaban las juergas en compañía del duque de Alagón y de un tal Chamorro, antiguo aguador venido a más por su habilidad para conseguir mujeres de vida fácil y vino peleón, así como por su lenguaje soez, cosa muy del gusto de Fernando VII.

Este trío salía prácticamente todas las noches, frecuentando los cafés de moda de la época (el Lorenzini, la Cruz de Malta…), las tabernas del arco de Cuchilleros y, sobre todo, el burdel de Pepa la Malagueña, en la calle del Ave María, en el que, según Vidal Sales, “le servían el buen vino a palo seco que tanto le complace tomar en la laxitud posterior a su jaraneo y lascivo rebullir con la Malagueña o sus opulentas pupilas…”

Y así comenzaba el reinado de este gañán que, tal vez por ser un ceporro, siempre desconfió de cualquiera que tuviese la más mínima habilidad intelectual, recelando de ellos y persiguiéndolos por confundirlos con liberales, a los que odiaba a muerte.

El pueblo de Madrid sólo podía comentar una cosa de este Borbón:

“Encima de felón, putero”

22.9.06

Crónicas del Rey Felón ( II )

Vamos a continuar con la vida de nuestro querido Fernando VII.

Su infancia fue parecida a la de muchos infantes reales de entonces. A punto de morir en varias ocasiones, empezó a recibir una formación como Príncipe de Asturias “adecuada a la tradición heroica y austera de sus gloriosos antecesores”, palabras de Godoy.

Uno de sus preceptores le impuso un horario bastante rígido, ordenando que se le despertara a las 6 de la mañana y no permitir que le acostaran antes de las 10 de la noche, “para dar lugar a que manifieste un saludable cansancio que le impida entregarse al abominable pecado solitario”. También le prohibió la siesta, “que las mismas son harto propicias para caer en grave tentación carnal”.

En esta temprana etapa de su vida ya manifestaba un carácter insolente y orgulloso, a la vez que empezó a criar un insano rencor contra sus padres y contra su preferido, Manuel Godoy.

En su afán por buscar una continuidad en el negocio familiar, sus padres deciden casarlo a los 18 años con su prima hermana, la princesa María Antonia de Borbón. La boda se celebró por poderes, y a finales de 1802 pudieron conocerse los esposos. Veamos la impresión que se llevó la novia al conocer a su flamante marido:

“Bajé del coche y al verle, a punto creí desmayarme. En el retrato parecía más bien feo que guapo. Pues bien: comparado con el original, aquel retrato es el de un Adonis. ¡Y tan encogido! Recordaréis que el duque de Santo Teodoro escribía que era un buen mozo, muy despierto y amable. Cuando está una preparada para lo malo encuentra el mal menor, pero yo, que creí esto, quedé espantada al ver que era todo lo contrario”.

Pasados tres meses del encuentro, el matrimonio no ha sido consumado. Al parecer, a Fernando no le funciona el soldadito en sus primeros encuentros. Según su suegra, “Mi hija está desesperada y con mucha razón. Su marido es enteramente memo, ni siquiera un marido físico y, por añadidura, un latoso que no hace nada y no sale de su alcoba. No caza ni pesca y ni es siquiera animalmente su marido”.

Según Bergau, a los seis meses de matrimonio, “el único juego erótico practicado por el marido era el de la succión de los monumentales senos de su mujer”.

Pero al hecho de tener un marido desagradable físicamente, inútil en la cama y que además se suele levantar con el camisón empapado y no precisamente en agua, hay que añadirle su mal carácter.

Una tarde, María Antonia se disponía a salir de la habitación cuando Fernando le preguntó adónde se dirigía. Al expresar ella sus deseos de retirarse, él la agarró por el brazo y tiró violentamente, derribándola en el suelo, gritando “Pues no vas, aquí soy yo el que manda y si no vas a obedecerme lárgate a tu país, que no he de ser yo quien lo lamente”.

Tenía que ser una situación bastante desagradable para la pobre muchacha, vivir en la corte de un país extranjero con un marido así y una suegra que decía de ella “escupitina de su madre, víbora ponzoñosa, animalito sin sangre y todo hiel y veneno, rana a medio morir…” . Sus únicas amigas eran dos ayudas de cámara que la acompañaron desde Nápoles.

Pero la situación cambiaría la noche en que Fernando logró, al fin, consumar el matrimonio. Después de la faena, en las confidencias que tanto se dan en un momento así, su marido le confesó el odio que le profesaba a Godoy. Ella, perpleja, le confesó que también le odiaba…

En el siguiente post veremos, entre otras cosas, como la pareja se unió ante un enemigo común, y cómo Fernando VII pasó de ser un inútil en la cama a convertirse en un auténtico salido.

Buen fin de semana.

19.9.06

Crónicas del Rey Felón ( I )

Vamos a dedicar una pequeña serie a un rey de España del que es complicado hablar sin hacerlo mal. Según el siempre correcto Carlos Fisas, “fue un hijo mal nacido, mal esposo, mal gobernante, pésimo rey, vil, cobarde, traidor, ladrón… y así podrían continuar los epítetos hasta la náusea, pues sólo náuseas produce la historia de tan innoble individuo”.


Físicamente, según Saiz de Robles, era “feo del todo y por partes. Carirredondo, mejillas deformes, nariz gruesa y torcida, boca hundida, barba saliente; únicamente los ojos eran grandes y vivos. Rechoncho, ordinario, sin un movimiento discreto, sin una actitud noble. Se le creería un arriero disfrazado. O un frailazo lego secularizado”.


Para hacernos una idea de sus modales, “sabía como nadie limpiarse con el dorso de la mano las escurriduras que en sus labios dejaba el chinchón, el pardillo de Arganda y el peleón de Valdepeñas”.


Fumaba puros como un carretero, y acostumbraba a ofrecerlos a alguno de los presentes cuando los tenía medio acabados, como muestra de amistad, diciendo: “- Toma, acábatelo -” y el infortunado al que le tocase tenía que coger el cigarro, todo babeado y mordisqueado, y acabárselo tanto si le gustaba fumar como si no.


Así era Don Fernando VII de Borbón, del que contaremos algunas de sus lindezas a lo largo de estos días.


Baste como adelanto de su bajeza moral saber que, mientras estuvo en Francia, no paró de adular a Napoleón. Su máxima aspiración era emparentar con él, lo que intentó pidiéndole la mano de un par de sobrinas suyas. Cuando en 1808 Napoleón colocó a José Bonaparte (más conocido como pepe botella) en el trono de España, este desgraciado escribió al emperador la siguiente carta:


“Doy muy sinceramente en mi nombre, de mi hermano y tío, a V.M.I. la enhorabuena de la satisfacción de ver instalado a su querido hermano en el trono de España [..] No podemos ver a la cabeza de ella un monarca más digno y más propio por sus virtudes.”


Fernando y su hermano Carlos (el ultracatólico que daría lugar a las guerras carlistas) no paraban de ofrecer fiestas en honor de Bonaparte con cualquier motivo, fiestas que luego comunicaban por carta al gobernador de Valençay y al mismísimo emperador, a fin de recibir el premio que ellos creían merecer por ser tan sumamente pelotas y rastreros. Napoleón, asqueado por un comportamiento tan vil, publicó las cartas en Le Moniteur con intención de ridiculizar a su autor, quién, lejos de sentir vergüenza, escribió otra misiva agradeciéndole el gesto.


Bueno, creo que con esto queda presentado el que será el protagonista de esta serie. Un ceporro que se hacía pis en la cama hasta los 19 años, que cuando volvió a Madrid después de la Guerra de la Independencia, siendo aclamado por un pueblo que le llamaba “El Deseado” y que había derramado su sangre contra los franceses luchando por su regreso, condujo a su séquito directamente a palacio evitando pasar por Las Cortes para no jurar la Constitución y que dijo frotándose las manos “voy a ser un rey absolutamente absoluto”.


Ya iremos conociéndolo mejor...

12.9.06

¡Merde!

El título igual sorprende a alguno, pero está relacionado con el post de hoy, aunque también con el hecho de que se nos han acabado las mini-vacaciones. Eso sí, para disimular he preferido ponerla en la lengua natal del protagonista de hoy.

Como el otro día hablábamos de la batalla de Bailén, pues me he acordado de esta anécdota protagonizada por un general francés en Waterloo. Su nombre, Pierre Jacques Etienne Cambronne.


Al comienzo de esta famosa batalla, las cartas pintaban bastante bien para el corso. En sus propias palabras:


- "Tenemos noventa probabilidades a nuestro favor por diez en contra." -


Pero con el transcurso del enfrentamiento, las cosas fueron complicándose para los franceses, hasta el punto de que la batalla terminó en derrota total y desbandada general de los restos del ejército de Napoleón.


En los últimos combates, la situación ya era desesperada para el bando imperial. Víctor Hugo, en su genial obra “Los Miserables” nos describe magistralmente la situación:


“ Cada regimiento, aislado de los demás, y no teniendo ya lazo alguno con el ejército deshecho por todas partes, moría por su cuenta. [..] “


“[..] Cuando la legión se vio reducida a un puñado de hombres, cuando su bandera no fue más que un harapo, cuando sus fusiles agotados de balas no fueron más que bastones, cuando el montón de cadáveres fue mayor que el grupo vivo, hubo entre los vencedores una especie de terror sagrado en derredor de aquellos sublimes moribundos, y la artillería inglesa calló y tomó aliento. Fue una especie de tregua. Los combatientes tenían a su alrededor como un hormiguero de espectros, siluetas de hombres a caballo, el negro perfil de los cañones, el cielo blanco, visto a través de las ruedas y las cureñas; la colosal cabeza de muerto que los héroes entrevén siempre en el humo, en el fondo de la batalla, avanzaba hacia ellos y los miraba. Oyeron cargar las piezas en la sombra crepuscular, vieron las mechas encendidas, que semejantes a los ojos del tigre en la oscuridad formaban un círculo en torno de sus cabezas; todos los bota-fuegos de las baterías inglesas se acercaron a los cañones, y entonces, conmovido, teniendo el instante supremo suspendido encima de aquellos hombres, un general inglés, Colville según unos o Maitland según otros, les gritó:


- Rendíos, valientes franceses!

Cambronne contestó:


- ¡MIERDA!


[…] Al oír a Cambronne, el inglés respondió ¡Fuego!”


Hay una versión más novelesca según la cual respondió “¡la guardia muere, pero no se rinde!”. A mí particularmente me gusta más la primera.


Pero al parecer, ambas versiones son falsas. El mismo Cambronne, que quedó herido pero no muerto tras esta última descarga, las desmintió.


Aún así, a mí me parece un episodio muy curioso y prefiero creer que gritó mierda. En una situación así no vas a decir cáspita, no creéis?

6.9.06

Cerrado por vacaciones


Nos ha surgido de improviso la oportunidad de pasar unos días en nuestra querida Asturias, así que vamos a aprovecharla.

Estaremos por tanto sin actualizar hasta el lunes que viene (día 11). Mientras, nos tomaremos unos culines de sidra y algo de quesu a vuestra salud.



Hasta pronto

4.9.06

La primera vez del general Castaños

Y es que para todo hay una primera vez, hasta para ganar batallas; o de qué creíais que iba a hablar, eh? Naturalmente, estamos hablando del general general Francisco Javier Castaños y de la batalla de Bailén.

Gracias a la estupidez de Carlos IV y a la desfachatez de su hijo, España se encontraba prácticamente ocupada por los ejércitos de Napoleón, comandados por el general Dupont, “El terror del norte”.

Se dirigía el francés hacia Andalucía por Despeñaperros y Castaños decidió interponerse en su camino con un ejército constituido por campesinos, sin apenas preparación, y por retales de regimientos dispersos. Mientras formaba este contingente, un coronel británico le ofreció guarnecer Cádiz y otros puertos del sur con soldados británicos, de manera que pudiera disponer de las tropas acuarteladas en esas plazas. Castaños respondió:

“- [..] no puedo aceptar vuestra ayuda, que además no necesito, pero si pudiera, preferiría entregar Cádiz a los franceses a que sucediese con Cádiz lo que con Gibraltar[..] -” bien dicho!

Se produjo el enfrenamiento el 19 de julio de 1808, en las cercanías de la población jienense de Bailén. Las tropas españolas vencieron a las francesas, lo cual tuvo una gran repercusión en el resto de Europa, ya que al ver derrotado por primera vez al gran ejército de Napoleón, la Grande Armée, se puso en entredicho la entonces supuesta invencibilidad francesa.

Durante la rendición, el general Dupont entregó su espada diciendo:

- Os entrego esta espada, vencedora en cien batallas -

Castaños respondió

- Pues yo, ésta es la primera batalla que gano -

De ahí el título de este post. Antes de despedirnos, otra anécdota suya. Un frío día de invierno, se presentó en palacio vestido con uniforme de verano. Preguntado por el rey acerca de su vestimenta, respondió:

- Señor, acabo de cobrar la mesada de julio y por lo tanto continúo vistiendo como en aquella estación -

Original forma de protestar, no creéis?

1.9.06

¡Están locos estos romanos! ( y III )

Ahora que ya tenemos una idea aproximada de cómo era Calígula, nos podemos imaginar que no tenía demasiados simpatizantes. Con el tiempo se organizó una conjura para acabar con el déspota, conjura que lideró nuestro amigo Casio, fácil es averiguar los motivos.


El 24 de enero del 41, Calígula asistía a una representación en el teatro, "la muerte del tirano", representada por Mnester, su actor favorito y amante esporádico. Al terminar la obra, el emperador y su séquito se dirigieron a palacio, donde les esperaba un banquete. Hay que señalar que el tío Claudio, más preocupado por su hambre que por otra cosa, ya se encontraba allí, dispuesto a empezar el festín por su cuenta. Parece ser que en el comedor no había nadie más, pues mucho nobles habían oído hablar de la conjura y temían la reacción de la violenta guardia germana.


En un punto del trayecto esperaban Casio y sus leales. El primero en herir al tirano fue Casio. Luego lo fueron apuñalando el resto de los conjurados, muy al estilo romano. En cuanto corrió la noticia de que habían matado al emperador, la fanatizada guardia germana comenzó a asesinar a cuantos pudo. Penetraron en el teatro y cerraron las puertas, con intención de masacrar a todo el público que aún se encontraba allí. Sólo pudieron escapar gracias al rumor de que el emperador seguía vivo y se disponía a dirigirse al pueblo desde el palacio. Hacia allí se encaminaron entonces los germanos.


Mientras, el palacio estaba siendo objeto de rapiña por parte de los soldados encargados de custodiarlo. Asustado ante los acontecimientos, Claudio se escondió detrás de una cortina, con la mala suerte de que sólo le llegaba a las rodillas (muy espabilado no era, no) y fue descubierto por un grupo de soldados. Decididos a matarlo, salvó la vida porque uno de ellos le reconoció como a un “viejo loco inofensivo”, tal era la fama que tenía el tío del emperador.


Lo llevaron a un salón donde un grupo de oficiales estaba decidiendo el futuro de la nación. Al ver a Claudio, pensaron que lo mejor para Roma era un emperador nuevo, y que un viejo como Claudio no podía hacer mal a nadie. Le proclamaron pues emperador y así lo presentaron al pueblo.

Fue una buena solución, pues los temibles germanos, que todavía estaban atacando a todo aquel con el que se cruzaban, eran disciplinados y necesitaban un líder. Cuando vieron al nuevo cesar decidieron ponerse a sus órdenes y se acabó la revuelta.

Así fue como Claudio llegó a emperador. Y no se puede decir que hiciera un mal trabajo.


Por cierto, mandó ajusticiar a Mesalina y una vez libre se casó con Agripina y adoptó al hijo de ésta como propio. Cuando Claudio fue asesinado por su adorada esposa (le mató con una seta venenosa), le sucedió su hijastro, Lucio Domicio, más conocido como Nerón. Qué familia!

Se acabaron los romanos por un tiempo. Y ya es viernes! Buen fin de semana a todo el que nos deje un comentario.