30.8.06

La Torre Sangrienta

Vamos a interrumpir las andanzas de Calígula para disfrutar de esta leyenda que nos ha preparado MPaz. Podía traernos leyendas más a menudo, verdad? Pero se hace de rogar. En fin...

Corría el año 1312 cuando una bula papal (Vox clamantis) decretada por Clemente V disolvió la Orden del Temple.

Por aquellos entonces, en Jerez de los Caballeros, en la Baja Extremadura, una fortaleza templaria destacaba por su grandeza. La vieja muralla de origen musulmán había sido reconstruida y ampliada por el Temple, contando el recinto amurallado con cinco torres defensivas: la del Homenaje, la de Las Armas, la del Carbón, la de La Castilla y la de la Veleta.

Reinaba entonces Fernando IV, alguno de vosotros ya lo conoce por un post anterior como “El Emplazado”, quien obedeciendo al Papa (en aquella época disponía sobre los soberanos cristianos), firmó la Disposición Real que obligaba a los templarios a entregar sus tierras y renegar de la Orden o morir en la hoguera por herejes.

Sin embargo, los Caballeros de Jerez, envalentonados por los grandes logros conseguidos en las constantes escaramuzas debidas a la cercanía del asentamiento con Al-andalus decidieron desobedecer la sentencia real y defender el sitio.

Aguantaron el asedio hasta verse cercados y acorralados en la Torre del Homenaje, donde finalmente penetraron las tropas reales, degollando a los caballeros templarios y arrojando sus cuerpos por las almenas.

Desde entonces a esta torre se la conoce como "la torre sangrienta".

Cuentan en Jerez que el espíritu de aquellos templarios aún perdura en la fortaleza, y que a pesar de que nunca nadie los haya visto vagar por ella, son muchos los que en las oscuras noches los han oído llamar a sus caballerías, con silbidos de ultratumba, para que los lleven a Tierra Santa y volver a velar por los peregrinos que a ella se dirigen, tal y como juraron en vida.


...¿Pelillos de punta?..


28.8.06

¡Están locos estos romanos! ( II )


En la primera parte del artículo conocimos un poquito a Calígula. Vimos que era un tanto… peculiar. Pero para hacernos una idea de cómo andaba realmente de la quijotera, tenemos que hablar de su relación con su caballo, el famoso Incitato.


Su nombre significa “de carrera veloz”, y hacía gala a su nombre, puesto que ganó todas las carreras en que compitió, no sabemos si por facultades propias o por miedo de los contrincantes, que a ver quien se atrevía a ganarle al caballo del emperador.


Calígula amaba tanto a su caballo que lo alojaba en una casa de mármol y marfil, le hacía servir la comida en vajilla de oro y ser atendido por criados continuamente. Hacía que le acompañara en sus orgías y le nombró ciudadano de roma primero, senador después y, por último, cónsul. Yo sé de muchos burros que han hecho carrera política, pero de caballos sólo conozco este caso.


En una ocasión se le antojó a nuestro protagonista hacer una especie de parada militar, pero algo verdaderamente espectacular. Reunió una gran cantidad de barcos, alrededor de 4.000, y los unió estrechamente entre sí para formar un puente, luego se taparon las cubiertas con tablas y se cubrió todo con tierra que, una vez apisonada, formaba una auténtica carretera. Con esta tremenda hilera cerraron toda la bahía de Nápoles.


A continuación, mandó construir cinco islas artificiales de la misma manera, juntando barcos en grupo, tapándolos con tablones y cubriendo con tierra. A cada isla la dotó de casas, mercado, jardines y por supuesto de habitantes. Una vez que el escenario le pareció adecuado, comenzó la parada.


Encabezaba el desfile el mismísimo emperador, montando a Incitato, y seguido de la guardia imperial más un auténtico ejército. Cruzó el puente majestuosamente y, cuando estaba a punto de llegar a la otra orilla, lanzó a la carga a sus tropas como si fuera a atacar la ciudad costera de Puteoli, la actual Pozzuoli. Afortunadamente para la población sólo fue un amago de ataque, con lo cual no hubo muertes que lamentar ni destrozos, pero sí hubo saqueo.


Tras una noche de juerga, salió el “victorioso ejército" de la pequeña localidad costera para iniciar el regreso. A la cabeza iba el emperador en una biga tirada por Incitato y Penélope (esta yegua era la mujer de incitato, el mismo Calígula les había casado). Tras el emperador, varias carretas cargadas con el “botín” de la supuesta batalla, que consistía en joyas y monedas robadas a los habitantes de Puteoli. Por supuesto, también le seguían el ejército y la guardia imperial.


Se detuvo la columna en la primera isla para repartir monedas entre la tropa, celebrándose a continuación un banquete. Cuando Calígula había bebido bastante vino se hizo escoltar por su guardia personal y, espada en mano, expulsó a todos los “habitantes” de la isla al mar; se ahogaron unos 300.


Ya calentito, decidió atacar a otra isla. Esta vez dirigió un ataque naval, destrozando la isla en pedazos, arrancándole cada barco que la formaba hasta quedar reducida a una sola barcaza con los pocos pobladores que habían sobrevivido apiñados en él.
El emperador en persona comandó la nave que atacó a este último reducto, encargándose de que no hubieran supervivientes.


Una muestra de amor a su pueblo. Qué personaje.

24.8.06

¡Están locos estos romanos! ( I )

A pesar del título, no va de Asterix, pero creo que también da para un buen cómic.

A todo el mundo le suena el nombre de Calígula, verdad? Y no para relacionarlo con las hermanitas de la caridad precisamente. Cayo Julio César Augusto Germánico fue emperador de Roma entre los años 37 al 41, y si tuviésemos que definirlo en pocas palabras, diríamos que era un sádico desequilibrado, siendo amables con él.

Si una persona normal tiene un mal día, puede que le dé una voz a alguien, que cierre una puerta dando un golpe… Calígula era más explícito: asesinaba o mandaba asesinar a algún infeliz si acaso le había molestado en algo. O si estaba en el circo, ordenaba retirar el toldo para que los espectadores tuvieran que soportar los rayos del sol. Bah, cosas que puedes hacer si eres emperador, claro.

En su vida “privada” era un auténtico degenerado, aún para la sociedad romana de la época. Aparte de orgías sin freno, era muy aficionado al incesto. Podríamos decir que “se benefició” a sus tres hermanas, encaprichándose especialmente de Drusila, a la que trató como esposa, asesinándola cuando estaba embarazada. Vaya hermanito.

En una ocasión la tomó con un tribuno de la guardia, Casio Querea. A este hombre le correspondía por méritos (héroe de guerra) la jefatura de la guardia pretoriana, pero el emperador se la dio a un joven oficial por otro tipo de méritos; era capaz de beberse 10 litros de vino de un trago. Un día, Calígula decidió que Casio era gay, así que le obligaba a pasar a sus subalternos contraseñas como “bésame, sargento” o “tenacillas de rizar”. La verdad es que era un cabrito, si, pero con esto último a ver quien no se ríe. Me imagino que todos menos Casio. Me recuerda a una película.

Todavía no hemos dicho que Calígula era sobrino de Claudio. (El famoso Yo Claudio). Una noche reunió a su tío y a dos nobles más en una habitación de palacio. La espera fue larga y los tres “invitados” se daban ya por muertos cuando empezaron a escuchar una musiquilla. De entre unas cortinas, apareció una peculiar bailarina. Digo peculiar porque era el mismo emperador, pintarrajeado y vestido de mujer, ejecutando una especie de danza erótica en la que intentaba representar al alba despertando a dos amantes, interpretados a su vez por dos jóvenes desnudos.

Debían de tener los ojos como platos y cara de alucinados ante semejante escena. Una vez repuestos del susto, los tres invitados convinieron en que era el espectáculo más hermoso y maravilloso que habían visto en toda su vida. A Claudio le vino muy bien porque el emperador, satisfecho por los halagos, le regaló a la joven que intepretaba a la amante, Mesalina.

En el siguiente post explicaremos lo ocurrido con ocasión de una parada militar organizada por el emperador. Y tenemos que hablar de su famoso caballo: Incitato

22.8.06

El Emplazado




A lo largo de la historia se suceden episodios en que a alguien se le anuncia la muerte como castigo por algún crimen o injusticia cometidos, se le emplaza a dar cuenta de sus actos.

Esta es la historia de un crimen y de su, al parecer, injusto castigo y de cómo gracias a ello el rey Fernando IV de Castilla pasó a la historia con el sobrenombre de “El Emplazado”. El crimen se cometió en Palencia. Un caballero de la corte del rey fue asesinado por rufianes emboscados a la salida de una taberna. Los asesinos no fueron encontrados.

Pasado el tiempo, se encontraba el rey en campaña contra los moros, intentando arrebatarles la villa de Alcaudete. Estando acampado en Martos (Jaen), le presentaron a dos hermanos, Pedro y Juan de Carvajal, que al parecer eran los autores del asesinato de Palencia. El rey, que tenía prisa por llegar a Alcaudete, dictó pena de muerte para ambos basándose solo en indicios y desoyendo las protestas de los dos acusados, que juraban su inocencia.

Para dar escarmiento ante futuros crímenes, eligió además una ejecución terrible: Se encerraría a cada reo en una jaula de hierro forrada por dentro con agujas, clavos, pinchos y cuchillas, y a continuación serían arrojados desde la Peña de Martos. Cuando los de Carvajal supieron la manera de morir tan cruel que el monarca les había reservado le emplazaron solemnemente para que, en el plazo de treinta días, compareciese ante el tribunal divino para rendir cuentas de sus actos.

Al día siguiente los dos hermanos fueron despeñados. Las jaulas con sus sangrientos despojos fueron rodando hasta una explanada en la que esperaban los horrorizados ojos de la población de Martos. A continuación, el ejército continuó su marcha hacia Alcaudete.

Pero al poco tiempo, el rey cae enfermo. Es tan grave su estado que deciden retirarse a Jaen para que Felipe pueda recibir mejores cuidados. Seguro que al paso por Martos, más de uno miró las laderas de su peña acordándose de las palabras de los Carvajales. Quizás el mismo rey sintiera funestos presagios contemplando sus cumbres.

Cuando se cumplió el plazo, el rey había mejorado notablemente de su enfermedad y se encontraba prácticamente recuperado. Bromeaba sobre su estado de salud, se burlaba de los que habían temido por su vida y olvidó el asunto de los dos ajusticiados mientras comía y bebía en abundancia para celebrar su recuperación. Después de la comida se retiró a echarse la siesta.

Viendo que tardaba en levantar, sus criados acudieron a despertarlo, encontrándolo… muerto!. Tal vez, Fernando IV se encontraba con los Carvajales, intentando explicar su actuación ante instancias más elevadas…

Queda en Martos un rollo conocido como "La cruz del Lloro" que señala el lugar donde según la tradición fueron a parar las jaulas con los cuerpos de los dos desdichados hermanos.

17.8.06

Un salido de esta corte

Reyes salidos en España han habido varios. Si tuviéramos que elegir al más salido de todos tendríamos que cavilar mucho, revisar cientos de documentos, hacer recuento de hijos bastardos, visionar algún vídeo…

En cambio, averiguar cuál fue el más salido de la casa de Austria es sencillo: Don Felipe IV, rey de España por la gracia de Dios y de sus padres, a los que conocimos en el post anterior.

Este rey hacía de todo menos reinar. Escribía poemillas bajo seudónimo (se hacía llamar “un ingenio de esta corte”), cazaba, iba a misa, se carteaba con una monja famosa por desdoblarse, pero sobre todo, sobre todo, iba salido todo el día.

Gustaba mucho el rey rijoso de buscarse damas (y no tan damas) con las que holgar gustoso. Podríamos decir que en cama ajena se encontraba como guarro en un berzal. La anécdota de hoy corresponde a una de esas veces en que al rey le dio un apretón, sólo que esta vez no le salió como él esperaba.

Andaba el cuarto de la felipada encaprichado con la duquesa de Alburquerque. Su marido la tenía bien guardada, pero esto no hacía sino aumentar el real deseo. Un día, mietras jugaba una partida de cartas, vió entre los presentes al duque de Alburquerque y pensó que ese era el momento esperado. Fingiendo una prisa repentina, le cedió el puesto al referido duque y salió presto de la estancia. Acto seguido, se encaminó a la casa de la joven duquesa, acompañado por don Gaspar de Guzmán y Pimentel, más conocido como conde-duque de Olivares, todopoderoso valido del reino.

Mientras tanto, el de Alburquerque se temía lo peor. Fingiendo terribles dolores cedió su puesto y salió raudo a proteger sus intereses.

Acababa de llegar el rey a casa del duque cuando vio aparecer a éste. Le sorprendió, pues le hacía jugando a las cartas, y corrió a ocultarse en las caballerizas, seguido por su valido. El duque corrió detrás de ellos, sin pedir luces para no verse obligado a reconocerlos, y se lió a bastonazos gritando

- ¡Ah ladrón! Tú vienes a robar mis carrozas!-

El de Olivares decidió identificarse al ver que recibían tan vil trato, pero al empezar a gritar que allí estaba el soberano los palos se redoblaron, alegando que era el colmo de la insolencia emplear el nombre del rey y de su primer ministro para cometer tales fechorías. Al final, entre el alboroto, pudieron escapar los dos zorros del gallinero.

Esta es la más pintoresca de las anécdotas de Felipe IV, pero no la única. Cuentan que en una ocasión, tras mostrarle sus intenciones a una dama de la corte, esta le respondió

- Señor, no tengo vocación ni de monja ni de puta -

Aludiendo a la Calderona, famosa actriz de la época que tras dejar de ser amante del rey fue ingresada en un convento.

Qué joya de rey, verdad? Creo que dejó más de treinta bastardos. Menos mal que era muy religioso, que de otra manera no hubieran estado a salvo ni las monjas. Y aún así hay una historia bastante truculenta acerca de una ocasión en que se coló en un convento con aviesas intenciones…

12.8.06

Cómo elegir reina de España ( y II )

Este desenlace se lo dedicamos a Fridwulfa, por quedarse con la intriga


En la primera parte, nos habíamos quedado con el heredero alzando un dedo tembloroso y señalando a un cuadro. La elegida resultó ser... Margarita!


Pero entonces objetó Felipe II la poca seriedad del método e impuso su criterio; Catalina, por ser la mayor.

Donde hay patrón... Así pues, partió una alegre comitiva a Gratz, hogar de la futura esposa. Cuando llegan a su destino ven con sorpresa que no les esperan con alegres festejos, sino con fúnebres banderolas. La princesa Catalina había muerto de gripe. Triste regreso de la comitiva.

De nuevo se ofrecen los retratos al novio (esta vez sólo dos, claro), quien nuevamente no sabe decidirse y Felipe II dicta el nombre de la siguiente candidata; Gregoria, la siguiente en edad.

Otra vez parte la alegre comitiva hacia Gratz, pero al llegar... ¡Otra vez! banderas a media hasta. Gregoria a muerto de fiebres. De nuevo regreso a Madrid, sin novia. Pero al menos ahora no toca elegir. Como sólo queda una, se decide el casamiento con Margarita, la que en un principio había elegido el indeciso Felipito. Me imagino que la pobre estaría zurrada de miedo, pensaría que ahora le tocaba a ella, pero ésta sí que consiguió llegar a casarse y fue reina de España con el nombre de Margarita de Austria. Recibió la noticia llorando, pues sólo tenía 14 años y no quería separarse de su familia. Pobrecilla.


El que no llegó a ver la boda fue Felipe II, que murió antes.


Si es que cuando las cosas salen mal...

11.8.06

Cómo elegir reina de España ( I )

“El cielo, que tantos dominios me ha dado, me ha negado un hijo capaz de gobernarlos; me temo que me lo han de gobernar.” (Felipe II en el lecho de muerte)


La anécdota en la que se basa el artículo de hoy, totalmente cierta, siempre me ha parecido muy curiosa y dice mucho sobre la incapacidad de tomar decisiones del futuro Felipe III, incapacidad que ocasionó la aparición de la figura del valido.

A la hora de buscarle novia a su hijo, Felipe II se fijó en las hijas de María de Baviera. El motivo era que esta mujer había tenido quince hijos, y por ello pensaba que una mujer tan prolífica debía dar por fuerza hijas fecundas (y además era de la familia). De las cuatro hijas que tenía, descartó a una de ellas por su débil salud (sobreviviría a todas sus hermanas), quedando el número de candidatas definitivo en tres: Catalina, Gregoria y Margarita.


Siguiendo la costumbre de la época, se le proporcionaron al futuro novio retratos de las candidatas, para que eligiera la que más le gustara. Pero el pequeño príncipe de Asturias no era capaz de elegir por sí mismo, pasándole la tarea a su padre, quién naturalmente no quiso aceptar tal responsabilidad.


Imaginad la escena: Un salón de palacio, Felipe II y su hijo contemplando los retratos que están apoyados contra una pared;


- Hijo mío, contemplad a vuestras primas y escoged a la que más os agrade - dice Felipe II


- De ningún modo he de consentirlo padre. Dejo el asunto en manos de vuestra majestad- replica el pequeño Felipe


- Hijo, yo lo estimo, y con todo estimaré más lo que decidáis vos, puesto que ha de ser la compañera de vuestros cuidados […]-


- Yo, padre, no tengo más elección que el gusto de vuestra majestad-


Diálogo de besugos del que fue a rescatarlos la hija favorita de Felipe II, la infanta
Isabel Clara Eugenia, que propuso poner los retratos de cara a la pared y que se eligiera a suertes. Así se hizo; el príncipe dio muestras de excitación y nerviosismo, y después de una larga indecisión, al fin señaló con dedo tembloroso uno de los retratos...

Pero esto está quedando demasiado extenso. Mejor dejamos el desenlace para el siguiente post

9.8.06

Yo también quiero ser un salvaje

Para hoy os propongo una historia bastante conocida, pero que la mayoría da por cierta cuando en realidad es completamente falsa. La famosa carta del Jefe Seattle.


Todo comienza en 1854, cuando el gobierno de Estados Unidos le hace una oferta a la tribu Suquamish para adquirir sus tierras a cambio de una reserva. La respuesta del jefe Seattle fue la siguiente:


“El Gran Jefe Blanco de Washington ha ordenado hacernos saber que nos quiere comprar las tierras. El Gran Jefe Blanco nos ha enviado también palabras de amistad y de buena voluntad. Mucho apreciamos esta gentileza, porque sabemos que poca falta le hace nuestra amistad.


Vamos a considerar su oferta pues sabemos que, de no hacerlo, el hombre blanco podrá venir con sus armas de fuego a tomar nuestras tierras. [..]

¿Cómo se puede comprar o vender el cielo o el calor de la tierra? Esa es para nosotros una idea extraña. Si nadie puede poseer la frescura del viento ni el fulgor del agua, ¿cómo es posible que usted se proponga comprarlos? [..]

Los muertos del hombre blanco olvidan su tierra de origen cuando van a caminar entre las estrellas. Nuestros muertos jamás se olvidan de esta bella tierra, pues ella es la madre del hombre piel roja. Somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros[..]

Tal vez sea porque soy lo que llamáis "un salvaje" y no comprenda algunas cosas...

La carta completa es muy bonita y bastante extensa. Pero, lamentablemente, esta carta no es auténtica. Hay muchas versiones de cómo se originó, pero la más verosímil para mí es que la creó un tal Dr. Henry Smith. Tras la oferta del gobierno, se celebró una reunión entre los dirigentes indígenas y el gobernador Isaac Stevens. Smith tomó notas durante la reunión del discurso del jefe Seattle, y 30 años más tarde creó la carta basándose en tales notas, adornando las palabras originales y dándoles un aire literario, tentación lógica teniendo en cuenta que era poeta de reconocido talento.

Con el tiempo, el texto sufrió más modificaciones y a principios de los 70 recibió amplia difusión al utilizarse en una campaña medioambiental.

Como quiera que sea, la carta es bonita y merece la pena leerla, está muy extendido por la red. Y si alguno quiere darla por cierta, pues que se dé el capricho.

8.8.06

"Las ideas no duran mucho. Hay que hacer algo con ellas"

Esta frase tan bonita no es mía, ya quisiera yo. Se la he cogido prestada a un famoso histólogo español, protagonista de estas dos anécdotas que os cuento:


En un afamado café de Madrid era habitual a principios del siglo XX ver a un señor mayor que todos los día
s se entretenía en leer tebeos y otras publicaciones infantiles.

Cierto día, un grupo de jóvenes se burlaban de él por tal costumbre, y fueron recriminados por el camarero, que les dijo:


- No se rían; este señor es don Santiago Ramón y Cajal, catedrático y premio N
obel de medicina.


Don Santiago no era un gran orador, no tenía facilidad para expresarse. Debido a ello sus clases en la facultad resultaban insufribles, por lo que asistían pocos alumnos.


Sin embargo, un día observó que la clase estaba llena. Le sorprendió, pues no era época de exámenes
. El hecho se repitió al día siguiente, y al otro, y al otro… Hasta que, extrañado, le preguntó a un alumno suyo que también era su sobrino. Éste le aclaró el misterio:


- Verá, tío. Es que usted tiene la costumbre de repetir la palabra “completamente” sin venir a cuento, y los amigos juegan a pares o impares. -


Al día siguiente tuvo mucho cuidado de no pronunciar la muletilla durante su clase. Al terminar, se dirigió a sus alumnos diciendo:


- Completamente, completamente, completamente; hoy ganan impares -


Antes de despedirme, otra joya de Ramón y Cajal:

Se conocen infinitas clases de necios; la más deplorable es la de los parlanchines empeñados en demostrar que tienen talento

¿A que todos conocemos alguno asi?


5.8.06

La Torre de Floripes

Haciendo honor al título del blog, hoy vamos a dejar la historia a un lado y vamos a contaros una leyenda.

Si alguna vez habéis viajado por la antigua nacional 630, seguro que al paso por las llamadas curvas del Tajo os habéis fijado en una torre semihundida que hay en el pantano de Alcántara. Conocida hoy como “de Floripes” es la protagonista del relato. Ahora que han construido una nueva autovía ya no la veremos a no ser que nos desviemos. En recuerdo de un paisaje que hemos visto en tantos viajes al norte, contamos hoy esta leyenda.

Estando los berberiscos por Extremadura construyeron en Alconétar una gran fortaleza para proteger la vía de la plata, ayudados además por la confluencia del río Tajo con su afluente el Almonte.

Floripes era una bella princesa musulmana, hermana del caudillo Fierabrás (el mismo del bálsamo milagroso), señor de la fortaleza, que disputaba a Carlomagno la conquista del mundo.

Carlomagno envió a España a los afamados Pares de Francia, que toparon en Extremadura con el poderío islámico, y llegaron hasta Alconétar, enamorándose Floripes de uno de sus paladines, Guido de Borgoña, a quien demostró su amor prohibido cuando el caballero cayó herido en uno de los lances.

Enterado Fierabrás de la situación, y preso de celos, ya que estaba perdidamente enamorado de su hermana, manda encerrar a los franceses en los calabozos de la fortaleza, y pone como guardián al Alcalde de la fortificación, el bravío y valiente Brutamonte, con la orden de no dejarlos salir sino muertos.

Al conocer Floripes la noticia corre a rescatar a su amado y aprovechándose de la lealtad y confianza de Brutamonte a sus señores consigue que le abra la puerta, pagándole ella con la muerte, ya que le clava su daga en el corazón.

Sin embargo Fierabrás, alertado por la ausencia de su hermana, consigue llegar a la torre antes de la huída de los caballeros franceses, sitiándolos con la intención de hacerlos salir de hambre.

Ante esta situación, los caballeros deciden sortear entre ellos quién será el encargado de huir y avisar a su Emperador Carlomagno, tocándole la encomienda a Guido de Borgoña, quien consigue regresar con un ejército, vencer a Fierabrás y liberar a su amada y al resto de Pares.

Hoy en día el lugar ha sucumbido bajo las aguas de un pantano, quedando sólo de aquella gran fortaleza la torre, pudiéndose ver con las bajadas del agua, y los restos del puente que se trasladaron más arriba para no quedar inundados.

Cuenta la leyenda que cuando sube el agua y cubre la torre, se forma un remolino alrededor de la misma que son los espíritus de Fierabrás y Brutamonte, que vagan errantes desde entonces, llegando a oírse sus lamentos por tan inmensa pérdida.

4.8.06

María Luisa y Godoy en Salsa Rosa

En la inauguración del blog os hablábamos de la ingenuidad del entonces futuro Carlos IV. Era “uno de los Borbones de más corto entendimiento de cuantos se han sentado en el trono de España [..]” según el Marqués de Villa-Urrutia.

A Carlos IV le casaron con su prima hermana, María Luisa de Borbón, siguiendo la costumbre típica de los Borbones de hacer casamientos con parientes. Así se explican algunos de los ejemplares que han reinado en España, verdad?

De María Luisa de Parma hay muchas descripciones, algunas muy favorables y otras menos, pero viendo los retratos de Goya queda claro que muy agraciada no era. Y en cuanto a su carácter, gustos y aficiones, según Roger Madol era una “Chulapona desgarrada, maja bravía donde las hubiere, buscadora perpetua de las sensaciones viriles de los apuestos cortesanos que la rodeaban y de los más granados guardias de Corps.” No sé si sería cierto, pero cuando el río suena...

El caso es que la feliz pareja se casó y se dedicaron a disfrutar de la posición de Príncipes de Asturias, qué hermoso es todo!!

En 1788 un guardia de Corps de la escolta del heredero y señora tuvo una caída del caballo que montaba. Lleno de coraje, lo dominó y volvió a cabalgarlo. Los príncipes se interesaron por su estado y lo invitaron a palacio para conocerlo. Manuel Godoy acababa de entrar en la vida de los príncipes.

Desde ese momento, el pacense comenzó a ascender en una carrera meteórica. En los mentideros pronto se empezaron a relacionar tales éxitos con la alcoba de la reina.

El caso es que ya tenemos la figura de Godoy como favorito de la soberana. De entre todos los amantes que se le achacan a la reina, éste es desde luego el más famoso. Paso a contar dos episodios que le dan credibilidad al asunto:

Dézert nos cuenta que la reina se ha distanciado temporalmente de Godoy tomando entretanto como favorito a un tal Mallo. Carlos IV le preguntó a Godoy

“- Manuel, qué pasa con este Mallo? Todos los días le veo coches nuevos y nuevos caballos. ¿De dónde saca tanto dinero?-“

- Señor – contestó Godoy- Mallo no tiene un ochavo; pero se sabe que lo mantiene una vieja, fea, que roba a su marido para pagar a su amante -

El rey rió a carcajadas, y dijo a la reina, que estaba presente:

- Luisa, ¿qué piensas de esto? -

- Por Dios, Carlos – repuso la reina- ¿No sabes que Manuel siempre está de broma? -

Tenía que ser un poco chulesco y borde este hombre. Y si no, mirad la segunda anécdota:

Real Sitio de Aranjuez. Marzo de 1808

Un tal Gálvez Cañero cumplía guardia en un corredor de palacio cuando ve salir por una puerta a Carlos IV y detrás de él, a cierta distancia, a María Luisa y Godoy. Observó que la pareja iba como discutiendo, cada vez más acalorados, hasta el punto de que “pudo ver que Godoy, colérico, alzaba la mano e imprimía una sonora bofetada en la mejilla de la reina. Ésta no protestó; pero al ruido del cachete volvió la cabeza Carlos IV, que preguntó:

- ¿Qué ruido es ése? -

A lo que contestó María Luisa, que iba muy agitada y encendida:

- Nada: un libro que se le ha caído a Manuel-”.

Como si nada…

3.8.06

Ni quito ni pongo rey …

Hoy tenía pensado un artículo sobre cuernos reales, pero he decidido dejarlo para mañana y contaros algo sobre un personaje al que todos hemos oído nombrar en alguna ocasión:

Pedro I de Castilla, más conocido como “El Cruel”, rey que se ganó a pulso el apodo con el que pasó a la historia. Educado en el odio a la amante de su padre (Leonor de Guzmán) y a sus hermanastros bastardos, cuando heredó el trono de Castilla decidió que había llegado la hora de vengarse.

Mandó encarcelar a Doña Leonor, quien sería asesinada más tarde, y a continuación se dedicó a ir eliminando a sus hermanastros, matando a seis de ellos. El único superviviente fue Enrique, educado bajo la tutela del conde de Trastámara.

Los dos hermanos se convirtieron en enemigos encarnizados, y como no les faltaban apoyos a ninguno de los dos, comenzaron a librar batallas por toda Castilla en su carrera por el trono, dando lugar a la I Guerra Civil Castellana. Pedro I tenía el apoyo de los ingleses, comandados por el Príncipe Negro, y Enrique contaba a su vez con los franceses, entre los que se contaba el no menos famoso Bertrand Du Guesclin (famoso por su valía y por lo feo que era, según las crónicas)

Tras varios combates y reveses para los dos bandos, se produjo un enfrentamiento en el campo de Montiel, del cual salió victorioso el bastardo Enrique. Pedro I se refugió en el castillo de la localidad y allí quedó sitiado.

En un intento de escapar del cerco, intentaron comprar a Bertrand para que se pasara a su bando, ya que éste era el encargado de vigilar el sitio. El caballero francés rechazó la oferta y le comunicó el hecho a Enrique, el cual le prometió la misma recompensa si conseguía llevar a su hermanastro hasta su tienda. Dicho y hecho.

Cuando Pedro I llegó hasta la tienda de Bertrand, apareció su hermano bastardo espada en ristre y gritando

- ¿Dónde está ese judío hideputa?

- ¡El hideputa seréis vos, pues yo soy hijo legítimo del buen rey Alfonso! – respondió inmediatamente Don Pedro.

Ante tales saludos es normal que se llegara al enfrentamiento, y en la lucha iba ganando Pedro; consiguió situarse sobre Enrique y se disponía a apuñalarlo cuando Du Guesclin intervino sujetando al rey por la pierna y haciéndolo girar, momento que aprovechó el bastardo para asestarle una estocada mortal.

Tras la lucha, el caballero francés se justificó con una frase

“Ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor”

y con estas palabras introdujo a la casa de Trastámara en la historia. Era el 23 de marzo de 1369.

1.8.06

El Halcón del Temple

Para nuestro primer post de verdad, hemos elegido a un auténtico aventurero medieval; Su padre halconero mayor en la corte de Federico II, su madre una burguesa de Brindisi, su nombre Roger de Flor (Brindisi – Italia -1266 , Adrianópolis – Imperio Bizantino - 1305).

Perdidos marido y hacienda en la guerra, a su madre no le quedó más remedio que ceder al pequeño Roger a la Orden del Temple ante los requerimientos de un templario marsellés llamado Vasaill, quien le enseñaría el oficio de marinero. En poco tiempo, Roger se hizo famoso en todo el Mediterráneo por su habilidad y valor, gracias a lo cual recibió el mando de una nave de la flota templaria a la que llamaron “El Halcón” en memoria de su padre y alcanzó el grado de sargento dentro de la Orden.

Durante la caída de San Juan de Acre (1291) evacuó a cientos de refugiados al mando de una pequeña flotilla. Como agradecimiento recibió fuertes sumas de dinero por parte de las familias que rescató y más tarde fue acusado de quedarse con tales regalos, motivo por el que fue expulsado de la Orden. Y qué hizo entonces nuestro héroe? Pues lo más normal para un templario retirado, pidió un préstamo, fletó un barco y se metió a pirata (se ve que templario de vocación no era). Con el tiempo, Roger fue formando un pequeño ejército compuesto por mercenarios y antiguos compañeros, con los que formó una tropa bien adiestrada bajo una férrea disciplina, tal y como le habían enseñado en el Temple.

Una curiosidad, ¿sabéis qué bandera llevaban por aquella época las naves del Temple? Una calavera y dos tibias cruzadas. A lo mejor de ahí le venía la vocación, quién sabe…

Al poco tiempo lo encontramos como mercenario al mando de una tropa de almogávares, combatiendo contra los turcos en auxilio del emperador de Bizancio; el precio? un título nobiliario y una esposa.

El desembarco en tierras otomanas fue brutal. Ante una fuerza superior y al grito de “desperta ferro”, los almogávares causaron más de 13.000 bajas al enemigo. Pocos sobrevivieron, teniendo en cuenta que para Roger, todo el que tuviera más de diez años era considerado enemigo. A esta victoria siguieron unas cuantas más, culminando en la batalla del monte Tauro.

A su regreso a Constantinopla, la ambición de Roger de Flor había aumentado, lo que le causó las envidias y el recelo de una corte famosa por sus intrigas. Se le concedió el título de César, pero fue asesinado en una conjura orquestada por el hijo del emperador, Miguel, siendo degollado junto con sus oficiales durante el transcurso de un banquete.

Sus tropas se vengaron de forma salvaje, arrasando durante días pueblos y aldeas en lo que se llamó la “venganza catalana”.

Como curiosidad os contaré que en esta figura se inspiró más tarde “Tirante el blanco”, aunque a mí personalmente me recuerda mucho a Lotario de Voss, si habéis leído la trilogía templaria de Wilcox - JEG